El elefante blanco

Hoy se conmemora el 30º aniversario del fallido golpe de estado que se intentó perpetrar en el congreso de los diputados el 23 de febrero de 1981. No seré yo quién haga ahora el enésimo reportaje conmemorativo del suceso. Pero, coincidiendo esta efemérides con el partido crucial que disputa esta tarde el grande de Andalucía en Oporto, he visto un paralelismo increíble entre lo que sucedió hace 30 años y lo que veremos hoy, a partir de las 18 horas en Canal+.

El elefante blanco.

Esa es la identidad del militar que promovió el golpe y al que todavía, Tejero y compañía, están esperando en el congreso.

Simplemente, no apareció. Los dejó tirados a todos.

Pues eso es lo contrario a lo que espero (esperamos todos) que suceda hoy en el precioso Estádio do Dragão. No queda otra.

O nuestro elefante blanco (no podía ser de otro color) aparece en la cita de esta noche, avasallando por donde pasa, y aplasta al dragón o se acabó, por esta temporada, nuestra participación en Europa.

Aspectos en contra hay varios: resultado adverso, condición de visitante, poco tiempo de preparación para el partido, buen rival, incertidumbre por la predisposición de nuestro equipo...

Pero ante estos lastres, se encuentra nuestro Sevilla que, con peloteros como los que tenemos y una buena disposición táctica, puede y debe darlo todo en el partido de esta noche.

Quiza, ese planteamiento kamikaze de ir a por el partido sí o sí es lo más positivo que puedo encontrar de la situación actual de la eliminatoria.

No queda otra.

Así que, Sevilla, no nos dejes plantados como a Tejero y danos motivos para la esperanza. Si al final no se puede, que no sea porque no pusiste el coraje, la entrega, la clase y la valentía sobre el césped portugués. Si todo termina mal, intenta al menos que todos terminemos con el orgullo de haber visto nuestro escudo dejándose la piel en el campo.

Como me gusta decir a mí, hoy es partido de medias bajadas y cuchillo entre los dientes. Pero también de pegada y clase como las que tienen nuestros jugadores.

Si unimos esas dos cosas, no tenemos nada que temer...

Sea cuál sea el resultado.